En la década de los 50, se consolidó como actor de comedias (El fenómeno), dramas (La gran mentira) y cine religioso (Balarrasa, Molokai), o folclórico (Morena Clara) al tiempo que interviene en una de las primeras avanzadillas de lo que luego será el «Nuevo cine español», con Esa pareja feliz, la primera película dirigida por Bardem y Berlanga. Director también de un número considerable de películas, realizó obras estimables tanto en su etapa inicial (El extraño viaje) como en su madurez (El viaje a ninguna parte). En los 70, Fernán Gómez se convirtió en uno de los actores más solicitados de la llamada transición española, con títulos como El espíritu de la colmena, El amor del capitán Brando, Pim, pam, pum, fuego, Mi hija Hildegart, Los restos del naufragio, Mamá cumple cien años o ¡Arriba Azaña! Con ello inició una exitosa colaboración con el director Jaime de Armiñán y una también estrecha relación profesional con Carlos Saura. En 1976 protagonizó El anacoreta, premiada en el Festival de Cine de Berlín. También dirigió e interpretó con éxito diferentes series para TVE: Juan soldado y sobre todo El pícaro.
Escritor tardío, pero eficaz y muy apegado a sus propias vivencias. Sus novelas, habitualmente reflejaron sus experiencias vitales. El viaje a ninguna parte, fue llevada al cine. Con El mal amor fue finalista del Premio Planeta el año 1987. Otras de sus obras, de carácter costumbrista fueron: La Puerta del Sol, El tiempo de los trenes, Stop o El vendedor de naranjas. Como autor teatral triunfó con Las bicicletas son para el verano.
Su excelente libro de memorias El tiempo amarillo nos propone a través de su lectura una entrañable manera de conocer muchos aspectos del cine español, y también de la España que nos ha precedido y que encierra muchas de las claves que explican en buena medida lo que somos hoy.
1 comentario:
Qué merecido homenaje este!
He sentido profundamente la muerte de Fernando Fernán Gómez.
La nostalgia me ha llevado a mi hogar familiar, a mi madre llamándonos porque había una película de él, a revivir los momentos en que reíamos o llorábamos juntos...era inigualable para la comedia o el drama.
El tiempo pasó y él siguió “creciendo” y haciéndome disfrutar de esos espacios de placer, en el medio de obligaciones y compromisos de trabajo.
Gracias !
María Dolores Iacolutti
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