jueves, 10 de enero de 2008

Las buenas prácticas docentes basadas en las TIC

La presencia cada vez más habitual de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) en los centros de enseñanza parece demandar nuevas formas de trabajar e interactuar con nuestros estudiantes. Llegados a este punto, según las referencias que utilicemos, podemos encontrar a teóricos que hablan de cambios radicales en la educación, y otros que nos aportan visiones menos revolucionarias o apasionadas respecto a su posible impacto. Posiblemente la realidad diaria con la incorporación e integración de las nuevas tecnologías a los procesos formativos, nos indica que no se trata de un cambio radical, respecto a nuestras pautas precedentes. De hecho, la sola presencia de las TIC en las aulas no tiene por qué representar cambios significativos en el trabajo a realizar. Las políticas educativas desarrolladas en nuestras Comunidades Autónomas, se caracterizan por tener en cada caso peculiaridades propias y diferenciables, sin embargo sus responsables abogan habitualmente por el fomento de la innovación educativa. Un concepto este de innovación educativa, entendido como un proceso de cambio que debe incidir en las formas de construcción del conocimiento, en la configuración de nuevos entornos de enseñanza-aprendizaje y en la transformación de la cultura escolar y docente. Por tanto, la innovación educativa con TIC es concebida como un proceso de cambio amplio que impacta a diferentes niveles: social, institucional y curricular, todo ello con la finalidad de la mejora educativa. Para hacer frente a los cambios señalados, el profesorado precisa de nuevas competencias y modelos de trabajo no requeridos con anterioridad. En esta vertiente formativa, el conocimiento y divulgación de “buenas prácticas” constituye una de las opciones de interés que permiten apoyar la integración real de las TIC en los procesos de enseñanza. Y en un grado sin duda significativo, las diferentes administraciones educativas vienen apoyando con creciente interés el conocimiento y la difusión de “buenas prácticas docentes”, como apoyo a sus políticas de innovación. La expresión “buenas prácticas” tiene sin duda muchas posibles interpretaciones. Haciendo un esfuerzo de integración de todos los usos posibles del término podemos concluir que una “buena práctica” puede ser un modelo que permita enfocar los procesos presentados hacia la optimización o mejora de los resultados. Desde esta perspectiva, las instituciones que, siempre están en proceso de aprendizaje, como es el caso de los centros educativos, reúnen las mejores condiciones para sistematizar, experimentar y evaluar sus prácticas. Se trata por tanto de extraer propuestas elaboradas desde la base, no impuestas desde la jerarquía. El análisis crítico de las propias prácticas es lo que posibilita que sean transferibles a otros contextos y situaciones. La revista Comunicación & Pedagogía en su último número (222) ha publicado un monográfico sobre las buenas prácticas educativas con TIC, elaborado por un grupo de profesores bajo mi coordinación. Con esta iniciativa se ha pretendido recoger esta tendencia creciente de apoyo y difusión a “buenas prácticas” pedagógicas, y así aportar sobre la misma diferentes aproximaciones y visiones. Para ello ha invitado a un grupo de investigadores y docentes relevantes a presentar sus propuestas, y también sus reflexiones y valoraciones sobre esta manera de apoyar la innovación educativa. Se trata de ocho trabajos que toman como referencia diferentes realidades y niveles educativos, de manera que sea factible visualizar una perspectiva de conjunto para aquellos lectores interesados en profundizar en el conocimiento sobre la utilidad de las “buenas prácticas” en el campo educativo.

miércoles, 9 de enero de 2008

Manuel Castells, a propósito de la brecha digital

Manuel Castells acaba de publicar con Marina Subirats, Mujeres y hombres, ¿un amor imposible? (Alianza Editorial). Este libro habla de mujeres y hombres y de sus relaciones, en cualquiera de sus modalidades afectivas, como lo que determina lo esencial de nuestra convivencia. Aporta datos y análisis que nos ayudan a entender de dónde venimos y dónde estamos. Cada autor ha escrito de forma independiente los dos textos analíticos y documentales sobre la condición femenina y la condición masculina con que comienza el libro. A continuación, establecen un diálogo en el que conversan libremente, siguiendo un ligero hilo temático, sobre las relaciones actuales entre hombres y mujeres, y se transcribe el texto de su reflexión sin modificaciones, haciendo al lector cómplice de la conversación.
Con este motivo el periódico El País, ha publicado el domingo 6 de enero una entrevista con este sociólogo español, titulada El poder tiene miedo de Internet. En dicha entrevista el profesor Manuel Castells responde a diferentes cuestiones sobre las consecuencias de los cambios que Internet ha introducido en la cultura y la organización de nuestras sociedades. En sus diferentes respuestas Castells hace un ejercicio de divulgación muy estimable ya que aborda algunos de los conceptos más en boga sobre el papel de las tecnologías de la información y la comunicación en el mundo actual. Además, incide en la desmitificación de algunos tópicos muy extendidos como el supuesto aislamiento de los usuarios de Internet, o la idea de que Internet puede ser un factor de exclusión.
Una de las propuestas más interesantes formuladas por Castells en la entrevista hace referencia precisamente a Internet, en tanto que su acceso pueda convertirse en un factor de exclusión. La argumentación planteada por este investigador es la siguiente:
"El factor de exclusión más importante es y será el acceso al trabajo y a la carrera profesional, y antes el nivel educativo, porque sin educación la tecnología no sirve para nada. En España, la llamada brecha digital está ligada a la edad: los usuarios mayores de 55 años son un 9% del total, pero entre los menores de 25 años, son el 90%. Ahora bien, en la sociedad de Internet, lo complicado no es saber navegar, sino saber dónde ir, dónde buscar lo que se quiere encontrar y qué hacer con lo que se encuentra. Y esto requiere educación. En realidad, Internet amplifica la brecha social más vieja de la historia, que es el nivel de educación. Que un 55% de españoles adultos no haya completado la educación secundaria, ésa es la verdadera brecha digital."