sábado, 29 de septiembre de 2007

En la era digital, la memorización se está extinguiendo

Con el título citado arriba Jenny Lyn Bader ha publicado un artículo en The New York Times (consultado el 27/09/2007) en el que hace una reflexión sobre la pérdida de la memoria como herramienta mental en una época en la que hay más información que nunca. A continuación se reproducen algunos fragmentos del texto.
Se ha vuelto fácil olvidar cómo enseñar a los jóvenes a recordar. El ideal victoriano del conocimiento enciclopédico ha desaparecido. Con la actual explosión de información, nadie podría saberlo todo. Además, nadie se siente motivado para saber siquiera un poco, y desde luego no por la vía de memorizarlo. Conforme aumenta el espacio de almacenamiento en los chips del ordenador, el almacenamiento humano de datos mengua. Con los teléfonos móviles, ya nadie se sabe los números de teléfono. Los mecanismos de búsqueda en Internet se multiplican, y las cosas que antes confiábamos a nuestro cerebro, las tenemos ahora en las puntas de los dedos siempre que seamos capaces de recordar las contraseñas. Los discursos y la declamación, que fueron en tiempos elementos básicos del sistema escolar estadounidense, han ido desapareciendo gradualmente. Los programas de retórica en las universidades se han reducido, incluidos los departamentos de comunicación, o eliminado definitivamente. "Ya no tenemos ese tipo de cultura oral", se lamenta James Engell, autor de The committed word. Literature and public values ['La palabra comprometida. Literatura y valores públicos'], que enseña retórica en Harvard. "Estamos en una cultura que devalúa nuestro concepto de la memoria". (…)
Pero los científicos contemporáneos han descubierto que los ejercicios de memorización pueden mantener a raya la demencia, alumbrando el mundo del 'neurobic' [entrenamiento cerebral]. La memoria necesita entrenamiento, igual que los músculos abdominales. Los investigadores han demostrado incluso que recitar poesía en hexámetros dactílicos, una especie de contador, puede ayudar a sincronizar los latidos cardiacos y la respiración. Por supuesto, la tradición oral ha estado en decadencia desde la antigüedad. El auge de la alfabetización y de la tecnología literaria paró los pies a la tradición oral y llevó a una crisis de comunicación que, como sostenía Eric Havelock en su famoso libro 'La musa aprende a escribir', tendría su reflejo en la modernidad. El actual analfabetismo funcional y las nuevas tecnologías complican todavía más el problema, al ofrecernos más memoria libre y más sucesos fragmentados que nunca. (…)
El texto completo puede leerse aquí.

viernes, 28 de septiembre de 2007

Los videojuegos: cada vez más negocio y menos juego

De manera llamativa las agencias de noticias estadounidenses, y por tanto todas las demás, están insistiendo estos días en el gran éxito de ventas de Halo 3, una historia en clave de saga que ha desarrollado la empresa Bungie para la videoconsola Xbox 360 de Microsoft. El objetivo final del juego es salvar a la humanidad de un ataque alienígena. Su protagonista es el Jefe Maestro, un súper soldado que se oculta tras un casco, de manera que el jugador actúa a través de él. Su objetivo es destruir los Halo, unas armas en forma de anillo que amenazan la galaxia, y detener a los Covenant, que quieren hacerse con dichas fuentes de poder. Se trata, en definitiva de un "juego de disparos" (un "shooter" en primera persona dicen los especialistas), y como puede deducirse con facilidad no es precisamente un canto a la originalidad o al pensamiento estratégico.
Actualmente, la industria del videojuego es una de las más rentables en el ámbito del ocio doméstico. El primer juego de esta serie de éxito se comercializó en 2001. En la creación de esta última entrega han participado 150 personas y el gigante informático ha invertido 10 millones de dólares en su promoción. El juego se lanzó en Estados Unidos el pasado día 25 de septiembre y logró recaudar 170 millones de dólares en 24 horas; más dinero que Spiderman 3 en el primer fín de semana de exhibición (152 millones de dólares) o la última entrega de Harry Potter (155 millones de dólares). Ya se ha anunciado que Peter Jackson, el director de la trilogía de El Señor de los Anillos, producirá una versión cinematográfica de este videojuego. ¿Qué significa que los films y los videojuegos de éxito mundial sean cada vez más simples en sus esquemas narrativos, más violentos y más primarios emocionalmente? ¿Quién decide que esto sea así? ¿A quién beneficia?

lunes, 24 de septiembre de 2007

Texto de Francis Pisani publicado en Ciberpaís dentro de la sección "Desde el Pacífico"

El País (20-09-2007)
DOCTOR EN FILOSOFÍA, escribió chistes para Woody Allen durante siete años. Es consultor de empresas multinacionales en materia de Internet y coautor de El Cluetrain Manifesto, de donde salió la fórmula "los mercados son conversaciones". De David Weinberger sólo podemos esperar algo extraordinario. No decepciona con su libro Everything is miscellaneous. The power of the new digital disorder ('Todo es diverso. El poder del nuevo desorden digital'). Una obra ambiciosa donde muestra cómo el mundo digital nos invita a reconsiderar nuestras maneras de pensar el mundo, de conocerlo y de entenderlo.El punto de partida es la forma en que ordenamos las cosas y lo que de ellas sabemos. Distingue tres niveles, tres órdenes de orden. El primero consiste en el orden de las cosas: cubiertos en el cesto de la izquierda al lado del lavaplatos. Servilletas en la cómoda. Característica esencial: cada cosa sólo puede estar en un solo lugar a la vez. El mejor ejemplo para entender el segundo orden de orden es el catálogo de la biblioteca municipal o de la tienda de venta por correo. Un código indica dónde está el objeto. Lo que es. Sin embargo, insiste Weinberger, este segundo orden también sufre las limitaciones del mundo de los átomos. La cantidad de información que uno puede poner sobre un libro o un par de medias es limitado por el tamaño de la tarjeta o por el peso del catálogo. El tercer orden de orden es el del mundo digital. Ya no hay límite a la cantidad de información. Al contrario, mientras más información tenemos, mejor; como lo muestran los tags que ordenan el desorden de Flickr o del.icio.us. iTunes nos ayudó a entender que la pieza es una unidad musical mejor que el CD. Apenas era un principio. "Al permitir a los clientes que publiquen sus listas de reproducción y que comenten las de los demás, iTunes nos ofrece tantas formas de navegar en su inventario como hay humores e intereses de sus clientes". Consecuencia: "debemos deshacernos de la idea según la cual hay una manera mejor que el resto de organizar el mundo". "En vez de que cada cosa tenga su lugar resulta mejor si se les pueden atribuir varios lugares simultáneamente", escribe Weinberger. Las consecuencias sociales son considerables en la medida en que las clasificaciones tradicionales implican autoridad. La que hace falta para decidir poner un objeto en un lugar y no en otro, para atribuirle una posición en un conjunto en vez de otra. El sistema Dewey de clasificación de los libros traducía al principio una visión estadounidense del mundo. Sus múltiples modificaciones (dieron lugar a la actual Clasificación decimal universal o CDU) sólo corrigieron el problema de manera imperfecta. El hecho de poder, en el universo digital, encontrar lo que uno quiere sin pasar por clasificaciones rígidas trastoca la posición de los responsables del conocimiento. Si podemos participar desordenadamente en la organización sin paralizar la capacidad de los demás de encontrar, clasificar se vuelve un proceso social. "Podemos establecer conexiones y relaciones a un ritmo difícil de imaginar antes", escribe Weinberger. "Podemos hacerlo juntos. Podemos hacerlo en público. Cualquier enlace y cualquier lista enriquecen nuestra colección dispareja de cosas compartidas y crea conexiones potenciales difíciles de predecir. Cada conexión nos dice algo sobre las cosas conectadas, sobre quién la estableció, sobre la cultura que pudo establecerla, sobre el tipo de gente a la que le interesa. Así es como crece el significado. Sea porque lo hacemos adrede o dejando huellas por donde pasamos, la construcción pública del significado es el proyecto más importante del próximo siglo". Weinberger deja de lado, como señala Chris Shioyama en el blog Gyaku.jp, la gran barrera idiomática. Las fronteras se difuminan, pero los idiomas siguen definiendo una geografía real en Internet. Hasta que encontremos eficientes sistemas de traducción automática. Su valor, sin embargo, es que nos ayuda a entender mejor cómo las tecnologías digitales afectan nuestra relación con el conocimiento.