sábado, 23 de octubre de 2010

Facebook en el cine: un retrato contemporáneo

Mark Zuckerberg es el creador oficial y socio mayoritario de la red social Facebook. Su invento se basa en una llamativa idea, crear un club elitista en Internet, a imagen y semejanza de las elitistas fraternidades universitarias, que se ha convertido en un espectacular fenómeno comunicativo, muy característico del siglo XXI. Desde esta plataforma informática más de 500 millones de usuarios intercambian opiniones, fotografías o noticias. Este niño prodigio, nació en Nueva York en 1984; es hijo de una psiquiatra y un dentista apasionado de los ordenadores, que supo potenciar las cualidades innatas del niño. Aquel alumno aventajado que estudió en las mejores escuelas e ingresó en la Universidad de Harvard se ha convertido, gracias a su invento en un empresario multimillonario con una gran influencia en el mundo vinculado a las nuevas tecnologías. Elegido por la revista Vanity Fair como el personaje más influyente del nuevo establishment de Estados Unidos, acaba de desbancar a Steve Jobs, creador de Apple, y a Rupert Murdoch, magnate de los medios, en la lista de los más ricos que publica todos los años la revista Forbes.

La red social (The Social Network), película dirigida por el prestigioso director David Fincher, creador de filmes muy estimables como Seven, El club de la lucha, Zodiac o El curioso caso de Benjamin Button, narra la gestación de Facebook, un proyecto creado por un grupo de estudiantes de apenas 20 años de la Universidad de Harvard en el año 2004. Pero también es un reflejo de algunas cuestiones claves de la sociedad actual poco complaciente con los valores éticos. Se habla en ella de las traiciones, la amistad y el reconocimiento; y proyecta un retrato poco benévolo del joven creador de la mayor red social en Internet. La película gira en torno al proceso judicial, que fue lo que visibilizó el conflicto creado por las reivindicaciones de la autoría del proyecto Facebook. David Fincher ha afirmado que “hemos intentado no ser injustos con nadie, creando unos personajes que no son maniqueos. La división entre buenos y malos no me interesa. Ese tipo de cine no me gusta". El litigio sacó a la luz una serie de correos electrónicos que Zuckerberg había intercambiado con antiguos compañeros de Harvard. En uno de ellos se jacta de contar con datos y fotografías de 4.000 alumnos.

La película narra varios episodios de las relaciones de Zuckerberg con el grupo de amigos de la Universidad de Harvard que contribuyeron a poner en marcha el proyecto más exitoso en Internet desde la aparición de Microsoft. Zuckerberg es retratado en ella como una persona con dificultades para las relaciones sociales y como un trepa sin escrúpulos, desleal y traicionero. El filme recoge sobre todo la versión de Eduardo Saverin, en aquella etapa amigo íntimo de Zuckerberg y apartado después del proyecto. Y la de los hermanos Cameron y Tyler Winklevoss, que denunciaron a Zuckerberg por haberles robado supuestamente la idea de Facebook. Saverin consiguió después de pleitear que se le asignara el 5% de las acciones de la red social, y los hermanos Winklevoss obtuvieron hace poco una indemnización de unos 50 millones de euros, que ahora les parece escasa.

Con guión de Aarón Sorkin, autor de la serie El ala oeste de la Casa Blanca, la película se basa en un libro, The accidental billioners (Multimillonarios accidentales), de Ben Mezrich, un relato donde se mezclan ficción y realidad. El trabajo de este prestigioso guionista se identifica en el filme a través de unos excelentes diálogos. Sorkin ha declarado a la revista The New Yorker, que en su opinión los creadores de la mayor red social en Internet eran, paradójicamente, "un grupo de gente disfuncional en el plano social".

domingo, 17 de octubre de 2010

La tecnología al servicio de la investigación medioambiental

Este verano durante las vacaciones he tenido una experiencia muy interesante de contacto con la naturaleza. Por primera vez he disfrutado la oportunidad de observar ballenas en su medio natural, concretamente en el entorno de las islas Azores. Esta experiencia me ha motivado para indagar y buscar información sobre estos maravillosos animales, cuya presencia cercana nos permite situarnos en nuestro lugar en la naturaleza. Estudiar sus costumbres, su comportamiento resulta de gran interés, ya que son animales muy poco conocidos, como ocurre en general como muchos aspectos de la vida en los océanos. La tecnología permite encontrar soluciones para avanzar en este tipo de estudios, de manera que cada vez los trabajos pueden ser más sofisticados. Michel André, un bioacústico experto en sonidos de los animales marinos de la Universidad Politécnica de Barcelona ha pasado los últimos 10 años colocando hidrófonos en el lecho marino, en las plataformas de investigación utilizadas para vigilar terremotos y tsunamis. A través de 12 hidrófonos distribuidos por los mares europeos, y tres en Canadá, la web LIDO (Listening to the Deep Ocean Environment) ofrece una transmisión en tiempo real. Un sistema que permite registrar y archivar el ruido submarino a largo plazo para que los investigadores puedan estudiar los efectos de la actividad humana sobre las ballenas y los delfines. En un artículo publicado en el periódico El Mundo Michel André explica en relación a este proyecto: "Ya existía un cableado que conectaba los observatorios europeos en mar abierto para obtener un seguimiento de datos geofísicos y astrofísicos. Este proyecto ha aprovechado la red existente para instalar hidrófonos que captaran sonidos en tiempo real", dice André. "El sistema está conectado a la tierra, y las corrientes de datos de audio a un servidor en el que las señales se analizan y se publican directamente en Internet". Y añade: “Es la primera vez que conseguimos controlar las fuentes acústicas a gran escala, temporal y espacial”. Con más hidrófonos en la red el nuevo sistema podría revelar los efectos de la contaminación acústica sobre las ballenas. Los hidrófonos son capaces de captar el sonido de las ballenas a cientos de kilómetros de distancia, por lo que las instalaciones en diferentes lugares podrían ser utilizadas para localizar la posición de un animal y seguir su curso. De esta forma sería posible determinar si los animales cambian de rumbo en respuesta al ruido, o alteran sus rutas preferidas por nuevas fuentes acústicas como rutas marítimas o puertos. Tener acceso a estos datos a gran escala tiene un considerable valor científico, además de divulgativo.