Finlandia, un país que tiene fama de disfrutar de un sistema
educativo ejemplar, ha decidido que a partir de agosto de 2016 dejará de
impartir en sus aulas la enseñanza de la caligrafía. Según sus responsables
educativos el tiempo que hasta ahora se dedicaba a enseñar a escribir en letra
cursiva, se dedicará a la mecanografía y a aprender a escribir con letra de
imprenta. Con ello se busca primar la eficacia y la funcionalidad en el uso de
la escritura. Se da por hecho que escribir con un ordenador, una tableta o el
teléfono móvil es más rápido y útil que hacerlo con pluma o bolígrafo.
En la segunda acepción de la definición de caligrafía, que
recoge el diccionario de la Real Academia Española de la Lengua se afirma: ‘Conjunto
de rasgos que caracterizan la escritura de una persona, de un documento, etc.’
El modo de escribir de cada persona toma una forma particular y característica
que transfiere algunos rasgos de su personalidad; tal como señalan los peritos
calígrafos. El criterio de que en la enseñanza básica se aprenda solamente lo
útil, ‘lo necesario’ es bastante discutible.
Educar es fundamentalmente una
tarea dedicada a favorecer el desarrollo del pensamiento. Se trata de aprender
a conocer e interpretar lo que ocurre a nuestro alrededor y a nosotros mismos. Escribir
es una forma de transmitir nuestro pensamiento, y hacerlo a mano supone dotar
de personalidad propia a los escritos, contribuyendo a visibilizar nuestro
universo personal. La caligrafía no tiene como objetivo fundamental una representación bella de las grafías, sino proponer una comunicación personalizada, tal como hacemos con la correspondencia epistolar.
La decisión del Instituto Nacional de Educación de Finlandia
responde a criterios pragmáticos, pero en realidad prima una supuesta utilidad
que va contra el saber de lo no directamente aplicable. La uniformidad de la
letra de imprenta invisibiliza parte de nuestra personalidad, a favor de una
supuesta ventaja competitiva. La velocidad al escribir no es un valor, en todo caso un
requisito; la capacidad de poder expresar nuestra individualidad sí lo es.
Tal como sugiere el título de la última novela del gran escritor Juan Marsé, Caligrafía de los sueños, la escritura al igual que los sueños forman parte de nuestra
personalidad y ayudan a conocernos a nosotros mismos.