La presentación en España el pasado mes de diciembre del Informe PISA , correspondiente al año 2009, ha generado, como en ocasiones anteriores, valoraciones e interpretaciones llamativas por parte de los responsables de la política educativa, tanto a nivel nacional como autonómico. Este estudio de carácter periódico y transnacional permite evaluar de manera comparativa, los avances o retrocesos de los estudiantes de enseñanza secundaria de 65 países, en comprensión lectora, competencia matemática y competencia científica.
Las interpretaciones a las que me refiero subrayan que nuestro país, situado por los resultados de las evaluaciones en una zona media, y con tendencia a estancarse o retroceder ligeramente, obtiene una excelente valoración en equidad. Esto implica que es un sistema educativo que combate eficazmente las desigualdades entre quienes acceden al mismo. ¿Compensa la mediocridad en las competencias analizadas este factor de igualdad? Para los responsables políticos parece que sí. Sin embargo, esta posición resulta bastante discutible.
En El País.com encontramos varios artículos interesantes, entre ellos los firmados por José Gimeno y Antonio Bolívar.
En las argumentaciones aportadas por ambos autores, queda claro que la excelencia no está reñida con la equidad, y desde luego trabajar en pro de una no tiene porque suponer un decremento de la otra.
La equidad de un sistema escolar se mide por la manera en que trata a los másdesfavorecidos, cuando contribuye decididamente a mejorar sus condiciones. Como afirma José Gimeno, evitemos que se oculte el que entre distintos territorios de España se producen agudas desigualdades que llegan a alcanzar hasta 109 puntos en lectura (Las diferentes Comunidades oscilan entre 503 y 399 puntos). Distancias semejantes se producen en matemáticas (105) y en ciencias (110). ¿Es equidad el que un territorio se distinga de otros por tamañas distancias?
¿Cómo aceptar el discurso que se nos propone de la equidad, cuando PISA reitera que en la enseñanza privada se tienen más altas puntuaciones que en la pública por la desigualdad en los indicadores de bienestar económico, social y cultural de quienes asisten a uno y otro sistema? Si nuestro país, al estar a la cabeza en al proporción de enseñanza privada, será uno de los que más falta de equidad acumula.
¿Cómo clasificar a nuestro sistema entre los más equitativos, cuando tiene un índice de abandono de los más altos, considerando que la "deserción" afecta más a los territorios con puntuaciones más bajas en el informe PISA?
Antonio Bolívar, insiste en que la falta de equidad, entonces, se muestra en PISA en ese lastre de un 36% de repetidores de cuarto de ESO (cuando en otros países no llega al 5%) o que un 20% de alumnos estén por debajo del nivel mínimo requerido en lectura (inferior o igual a 1). Además, más allá de lo que mide PISA, están la altas tasas de fracaso escolar en la Graduación de la ESO y el posterior abandono. Esos indicadores de la estrategia de Europa para 2010 y ahora para 2020 que estamos muy lejos de cumplir. En este sentido fuerte, desde la mirada de los débiles, nuestro sistema educativo deja mucho de ser equitativo.
Lo que debería generar inquietud, más allá de los resultados en sí, es la falta de análisis y la toma de decisiones consecuentes que propicien el cambio hacia un nuevo modelo formativo. El actual caracterizado por su rigidez y vinculado a una sociedad que ya no es la de hoy, no da respuesta a muchas demandas: la integración de los contenidos, la inteligencia emocional, la capacidad para resolver problemas, el dominio de idiomas, la capacidad para empatizar con los demás, la construcción de la autoestima, aprender a servirse de las tecnologías. Estas son, entre otras, las referencias que deben generalizarse en el sistema que forme a las generaciones actuales y futuras.
No hay comentarios:
Publicar un comentario