Con esta aportación iniciamos una serie de análisis y reflexiones sobre el papel que han desempeñado las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) en diferentes áreas clave, durante la primera década del siglo XXI. El ciclo lo iniciamos con la Economía. ¿Qué ha supuesto para la Economía la incorporación generalizada de las TIC a sus procesos durante los primeros 10 años del siglo XXI?
Diferentes estudiosos y analistas de primer nivel como Paul Krugman (premio Nobel de Economía 2008) afirman que esta década no ha sido positiva desde un punto de vista económico. Los niveles de crecimiento son ahora similares a los de 1999 y se han cometido errores garrafales (burbuja punto com en 2000 y burbuja inmobiliaria en 2007). Pero ¿cuál ha sido el papel de las tecnologías en esta década problemática? Según los expertos, las TIC han contribuido a unas malas prácticas economicas, facilitando dinámicas poco ortodoxas.
A continuación reproducimos un fragmento del artículo publicado por Ángel Ubide, el pasado día 3 de enero en el suplemento Negocios del diario El País, titulado 'La década indefinida', en el que señala el papel relevante de las tecnologías para propiciar una economía poco ejemplarizante:
"La innovación tecnológica generó un encadenamiento de burbujas. Primero fue la burbuja original, en el sector de la informática y las nuevas tecnologías, que reventó en el año 2000. Ya entonces, las nuevas fronteras reveladas por el avance informático generaron una primera burbuja en el sector de la biotecnología. La burbuja crediticia fue el resultado de la aplicación de estas nuevas tecnologías al sector financiero. Con una capacidad de proceso informático altamente ampliada, el sector financiero desarrolló nuevos sistemas de análisis del riesgo que facilitaron la creación y difusión de productos crediticios y de sus derivados. El shock positivo de productividad generó un aumento del crecimiento potencial y una deceleración de la inflación, y los bancos centrales respondieron con tipos de interés moderados. Los medios de comunicación amplificaron las bondades de las innovaciones financieras. Los mercados acogieron todas estas novedades con euforia. Los reguladores tardaron mucho en reaccionar y, en algunos casos, adoptaron una actitud demasiado relajada.
De la misma manera que el progreso tecnológico en el sector del automóvil aumenta la seguridad de los vehículos y, por tanto, debería permitir conducir a mayor velocidad -al fin y al cabo, los pilotos de fórmula 1 salen ilesos de accidentes a 300 kilómetros por hora-, el progreso tecnológico permitió a la economía mundial unas tasas de crecimiento mucho más rápidas. Pero, como en el tráfico, a mayor velocidad, mayor es la probabilidad de un accidente mortal si se comenten errores significativos, y esto es lo que le sucedió a la economía mundial. Las nuevas tecnologías financieras redujeron la vulnerabilidad de la economía ante contratiempos pequeños -la diversificación del riesgo financiero a través de derivados, y del riesgo productivo a través de la deslocalización y la globalización-, pero aumentaron la vulnerabilidad global ante un shock sistémico que cuestionara las bases del sistema."
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