Las tecnologías, no necesariamente las más complejas, sino una retransmisión por televisión y la repetición grabada en vídeo de una jugada, constituyen una prueba irrefutable, de lo que ha pasado a ser con carácter definitivo una gran injusticia. El modesto equipo de fútbol de la República de Irlanda no estará en el próximo Mundial de Suráfrica. La causa es una trampa hecha por un futbolista de la selección de Francia llamado Henry que tocó ilegalmente el balón con su mano izquierda para controlarlo y centrar, propiciando el remate de un compañero que significó el gol que daba la clasificación al equipo francés. Este partido celebrado hace unos días era clave para los dos equipos. Ese gol ilegal suponía el empate entre ambos, ya en tiempo de descuento y daba el pase al Mundial a Francia. El árbitro, un sueco llamado Hansson, no anuló el gol, manifiestamente ilegal, y propició uno de los episodios más vergonzosos de la historia del fútbol de élite en los últimos tiempos.
La FIFA, organizadora del próximo Mundial de fútbol, dirigida por el suizo Joseph Blatter, ya ha anunciado que el partido resuelto con una trampa que ha visto el mundo entero, gracias a la televisión e Internet, no será repetido como ha solicitado Irlanda formalmente. La respuesta de la FIFA se basa en que " hacerlo, causaría un gran caos en el fútbol; se pediría la repetición cada vez que hubiera un error arbitral".
El organismo rector del fútbol mundial se niega a incorporar las tecnologías que pueden garantizar el buen gobierno en la impartición de la justicia; lo cual sí han hecho otros deportes como el rugby americano, el baloncesto o el tenis. El motivo de fondo según sus responsables es que el uso de tecnologías ralentizaría el juego y restaría credibilidad a los árbitros. Lo que la FIFA si ha conseguido es que en Suráfrica estén las siete selecciones campeonas del mundo, entre ellas Francia.
Es evidente que para estos poderosos gestores del fútbol mundial el cumplimiento de las reglas del juego no es el aspecto más importante a la hora de defender un deporte, sino que existen otros elementos que deben primar por encima de la defensa de la legalidad. La cuestión fundamental, más allá del caso concreto es ¿quién pudiendo resolver estos errores no lo hace?
Thierry Henry es un tramposo, aunque ha reconocido que lo es. De todas formas, los poderosos medios de comunicación se encargarán con el tiempo de hacer olvidar su falta. Al final, todo es como los medios quieren que sea, no como en realidad es.
La eliminación del Mundial de la selección francesa hubiera causado unas enormes pérdidas económicas a la cadena privada de televisión TF1, que ha pagado 120 millones de euros por los derechos de transmisión del Mundial.
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