Hoy el periódico El País publica un extenso artículo firmado por J. Marcos e I. Seisdedos en el que se analizan las posibles consecuencias de la introducción generalizada del libro electrónico en los usos de los lectores y la industria cultural. Algunos de los argumentos desarrollados en este informe se exponen a continuación.
La pantalla de un libro electrónico tiene más en común con una página de papel que con el monitor de un ordenador. Empezando por la llamada tinta electrónica. Permite que el texto no parpadee y que los píxeles, enemigos de la salud ocular, se eliminen de la ecuación. La vista no se cansa porque la pantalla, al contrario que la de una computadora, no está retroiluminada; necesita un foco de luz externo.
Los especialistas destacan dos virtudes en el libro electrónico: su capacidad y su peso. El eReader, de Sony, principal competidor del Kindle, permite almacenar 160 títulos y pesa 260 gramos, menos que un libro de tipo medio. Además, se puede subrayar, aumentar el cuerpo de la letra y cambiar los márgenes para facilitar la lectura.
En cuanto a cómo afecta a los autores el uso de esta herramienta como soporte de sus obras, cabe establecer un paralelismo: con la edición de sus obras en soporte papel un escritor percibe una media del 10% del precio de venta de un libro como derechos de autor. En cambio, con el e-book, eliminados los gastos de impresión y almacenaje, y reducidos los de distribución, ese porcentaje sube hasta el 40%. En el caso del gigante Amazon, con su poder negociador, cifras oficiosas fijan la cuota para el autor en un 20%. Eso sí, el precio para aplicar el porcentaje es menor. La edición de bolsillo de Viaje a la Alcarria, de Camilo José Cela, cuesta 8,50 euros. En el portal Leer-e, 4,99. Y eso porque se considera una novedad digital: El proceso, de Kafka, cuesta 2,16 euros. Leer-e dispone en la actualidad de 750 títulos a la venta.
La aparición de Kindle2, a la venta a partir de esta semana en EE UU, supone incorporar nuevas opciones. Puede leer textos en voz alta, lo que ha provocado un nuevo litigio: los derechos de audio han de pagarse aparte, cosa que el dispositivo de Amazon no hace.
En cuanto al impacto de estos nuevos soportes sobre las editoriales, cabe considerar que no implica su desaparición ni mucho menos. El director de Leer-e, Ignacio Latasa, señala en el artículo publicado por El País que "las editoriales tradicionales son un sello de calidad y ellas son las que tendrán que hacerse cargo del libro electrónico".
Para las librerías, sin duda las alternativas para afrontar estos cambios pasan por su reciclado. Ya hay tiendas que venden códigos de descarga de algunos títulos, cupones con una clave para bajar en Internet los libros. Otros, entre tanto, siguen optando por confiar en "un lector que todavía conserva el placer de encontrar libros".
Otra cuestión a considerar es el precio de los dispositivos, que en la actualidad oscila entre 400 y 700 euros. Todos coinciden en que el 'boom' llegará cuando sean accesibles en torno a los 100.
En cuanto al problema de la piratería de los originales, parece inevitable establecer paralelismos entre el sector editorial y la industria musical, muy afectada por esta cuestión. El sector del libro se defiende de momento echando mano de formatos y de sistemas de DRM, protecciones anticopia que precisan de una constante actualización como consecuencia de los avances tecnológicos. En todo caso, resulta difícil copiar el formato exacto, ya que no es igual un PDF que un archivo específico de e-book.
Sin embargo, los expertos consideran que el libro tradicional nunca va a desaparecer, resulta lógico creer que los diferentes soportes convivirán. La cuestión más bien podría ser cuándo la nueva tecnología superará en ventas al viejo libro. Juan González de la Cámara, fundador de Grammata, empresa granadina que comercializa Papyre ("el único libro electrónico español", del que se han vendido "4.500 unidades") considera que en 10 años el 95% de lo que leamos será digital. En la última feria de Francfort se hizo pública una encuesta entre mil profesionales del sector con una conclusión: en 2018, los libros electrónicos superarán en volumen de negocio a los editados en papel.
Según José Antonio Millán, autor del informe La lectura en España, uno y otro serán complementarios: "El papel desaparecerá en manuales de instrucciones y guías de viaje". ¿Y los libros de texto? Millán espera que no: "Hay estudios sobre psicología cognitiva que demuestran que los conocimientos se asimilan mejor en hoja".
Como conclusión, sin duda el debate está servido; el imparable avance de las tecnologías va a tener consecuencias en la industria cultural. Es una cuestión de tiempo, pero también de cómo evolucionen en su ineludible debate interno las instituciones y empresas culturales (públicas y privadas) entre lo que ofrecen a quienes disfrutan de la lectura, entendida como un derecho, como un negocio, y también como un placer insustituible.
1 comentario:
Me parece imprescindible la introducción del libro electrónico a partir de secundaria. Las ventajas económicas (para los padres fundamentalmente), ecológicas (evitaría la impresión y consumo energético en distribución de tantísimos textos escolares con una caducidad de nueve meses)y democráticas (popularizar la educación), además de las de sentido común (evitaría el penoso devenir de nuestros escolares cargando con mochilas que pesan más de lo adecuado para sus condiciones físicas) son - sin lugar a dudas - elementos suficientes para aprobar una ley que implante su uso a partir del próximo curso.
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