De un tiempo a esta parte, y con creciente insistencia se viene escribiendo sobre la supuesta nefasta influencia de los pedagogos, en términos descalificatorios, incluso insultantes: La estafa del enseñar a enseñar (El País, 8/12/2008); Algunos males del sistema educativo (El País, 4/12/2008) son algunas referencias recientes en los medios de comunicación. El autor del último artículo citado, es también responsable del Panfleto antipedagógico publicado hace algún tiempo con similar finalidad. Sin duda las críticas permiten el sano y recomendable ejercicio de reflexionar sobre tu propia actividad profesional, lo cual habitualmente suele tener consecuencias positivas, pero más allá de este efecto beneficioso, tanto ataque y tan insistente es evidente que tiene otras motivaciones que las de mejorar el mundo de la pedagogía.
En nuestro maravilloso idioma el término panfleto se refiere a un libelo, habitualmente agresivo o difamatorio, connotaciones que no tienen equivalencia en francés o en inglés. Ricardo Moreno Castillo, autor del panfleto antes citado y del libro De la buena y la mala educación, muy valorado por Fernando Savater, utiliza términos como fanáticos, charlatanes, ignorantes o irresponsables, para referirse a pedagogos concretos y a la pedagogía en general. Según su visión, los pedagogos contemporáneos tienen una gran cuota de responsabilidad en el estado actual del sistema educativo español, en el fracaso de la LOGSE, de los resultados reflejados en el Informe PISA o de la inutilidad del CAP (Certificado de Aptitud Pedagógica) un curso de formación pedagógica, obligatorio para poder impartir clase en la enseñanza secundaria y el bachillerato. Y más allá de toda esta batería de acusaciones se afirma sin rubor que la pedagogía no es una ciencia.
Esta unilateralidad en señalar a los causantes de una situación “que hace agua por todas partes” en referencia al sistema educativo español, según estos autores, se atenúa por si misma en buena medida ya que algo tan complejo como la educación no pivota sobre un solo elemento desencadenante como es obvio. Resulta llamativo en los escritos citados la insistencia en señalar al CAP, que es el referente más visible de la pedagogía para los miles de profesores de enseñanzas medias en España, como un producto de los pedagogos. Sin duda es una afirmación poco afortunada, ya que se trata de un curso impartido por licenciados en pedagogía pero también por profesores de secundaria y bachillerato; pero más allá de eso se trata de una propuesta formativa claramente insuficiente, diseñada por los responsables educativos ministeriales y autonómicos en su momento y aceptada durante muchos años por su levedad y facilidad de obtención por sus destinatarios finales, los futuros profesores.
Esa propuesta formativa desafortunada por insuficiente y por planteamiento –no es posible obtener una formación pedagógica en unas semanas-, es continuamente citada para evitar que el nuevo Máster de Formación del Profesorado (ECI/3858/2007) quede “en manos” de los pedagogos. Su descalificación persigue que dicho Máster sea impartido por los que dominan los conocimientos disciplinares, en detrimento de las Facultades de Educación. Para encubrir ese interés corporativo se ataca a la pedagogía.
Lo llamativo es que estos esfuerzos panfletarios se hacen desde un profundo desconocimiento de lo que es la pedagogía. Hablamos de una ciencia, que lo es no porque utilice una jerga específica como afirman los autores de los artículos y libros arriba citados, sino fundamentalmente porque desarrolla una investigación de larga tradición sobre las múltiples problemáticas educativas, apoyada en metodologías científicas contrastadas y cuyos resultados se presentan en congresos nacionales e internacionales. Problemas relativos a la organización escolar, la orientación educativa, la aplicación de las nuevas tecnologías a la enseñanza, la evaluación de los procesos de aprendizaje, la formación de la afectividad y así sucesivamente son objeto de análisis, de reflexión y de elaboración de soluciones y propuestas. Cada año los programas de investigación nacional financiados en convocatorias competitivas contemplan líneas preferentes de investigación educativa, y por tanto con un claro interés público.
Afirmar que todas estas aportaciones no sirven para nada, es simplemente ignorar la realidad educativa. Pero como he tratado de argumentar, la corriente antipedagógica no es apoyada por ignorantes sino por intereses concretos que pretenden acceder a mayores cuotas de docencia en las nuevas titulaciones de posgrado por la vía de la descalificación de los que se perciben como contrarios. Curiosa manera de entender la Educación.
5 comentarios:
Por favor, podría exponer su opinión sobre que los licenciados en Pedagogía tengan que cursar el Máster en Formación del Profesorado para poder tener acceso a las plazas de Orientadores en Secundaria.
Gracias. Un saludo.
La disposición del Ministerio de Educación relativa a la exigencia de cursar el Master de Secundaria a los licenciados en Pedagogía o Psicopedagogía, entiendo que va a ser revisada ya que no tiene sentido. Dándose además la especificación de que los que han obtenido el título antes del del 1 de septiembre de 2009 no tienen que realizarlo.
Gracias por su respuesta. Opino lo mismo pero creo que el proceso es imparable. Parece que el "todos igual" es menos problemático:
http://www.stes.es/formacion/master/mec_master.pdf
Marple, esto último se quedó sin respuesta. Es una contradicción que un licenciado en pedagogía pueda impartir las materias del master y además al mismo tiempo se le exija cursarlo. Algo parecido ocurre con los titulados en Magisterio. Tres años cursando didácticas y pedagogías y para ser docentes de secundaria, en el caso de poseer otra titulación, algo muy común hoy en día, deben cursar más didácticas y más pedagogías ... y al final para nada, porque lo que se encuentra un docente de secundaria cuando entra en un Instituto no tiene nada que ver con lo que les dicen en los templos del "saber enseñar". Yo creo que la defensa de los intereses viene por parte de los que ocupan puestos en las facultades de pedagogía que tienen que defender los miles de millones de euros que se reparten cada año para que al final no redunde en beneficio de la sociedad, sino de ellos mismos. No tiene explicación que tras tantos años de facultades de pedagogía, tras miles de millones de euros invertidos en enseñar a enseñar, el fracaso escolar, la desidia por saber, la disidencia escolar, el abandono, etc. esté en las cifras que está.
Se trata de una opinión que comparte más gente. Personalmente, me parece un análisis pobre sobre las causas del fracaso escolar, y los bajos niveles de rendimiento.
La profesión docente no tiene la misma respuesta social en todos sitios. En Finlandia, que es un país de referencia en la formación, valora y estima a los pedagogos.
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