domingo, 10 de mayo de 2020

Enseñanza virtual y pandemia




La situación de confinamiento por causa de la pandemia que sufrimos nos ha permitido realizar un ejercicio de introspección, sobre la manera en que vivíamos antes del desastre, y deducir qué es lo que va a cambiar a partir de ahora. Así, hemos podido desvelar mecanismos de la realidad que teníamos asumidos, de los que no éramos muy conscientes y ahora se están reformulando. La tragedia de la pandemia nos ha hecho girarnos hacia el futuro, al menos en algunos aspectos. Uno en los que más se está incidiendo es la importancia de las tecnologías digitales y su mayor protagonismo de aquí en adelante (teletrabajo, prensa digital, comercio online, etc.).

En el campo de la educación, el soporte de las tecnologías aparece como una cuestión clave para el desarrollo de la enseñanza no presencial, que dada la nueva realidad a la que nos enfrentamos parece que tendrá mayor relevancia que hasta ahora. La investigación en el campo de la Tecnología Educativa nos ha venido señalando la importancia de la formación pedagógica a la hora de optimizar el uso de las herramientas digitales en la enseñanza. El desarrollo de las infraestructuras, la integración de las tecnologías en los centros educativos y el acceso a diferentes tipos de terminales (ordenadores, tabletas, teléfonos móviles) son pasos necesarios, pero falta otro fundamental que es la capacidad pedagógica para explotar estos recursos.

Para obtener el dominio de las competencias y los objetivos educativos, la teoría pedagógica nos señala diferentes caminos que, en función del tipo de aprendizaje que queramos propiciar, favorecerán diversos tipos de habilidades o cualidades a desarrollar en el estudiante. La diversidad de herramientas a nuestra disposición como blogs, wikis, herramientas colaborativas, redes sociales o sistemas de administración del aprendizaje (plataformas virtuales) pueden resolver en un formato de enseñanza no presencial, aspectos como la comunicación, el trabajo colaborativo o la evaluación. En último término, la adquisición y elaboración del conocimiento es la cuestión clave. 

Un ejemplo primario pero útil de cómo organizar una propuesta formativa, en base a la secuencia: adquisición de conocimiento → profundización del conocimiento → creación de conocimiento, es la que nos propone el profesor Andrew Churches en su actualización de la Taxonomía de Bloom para la era digital.